La enseñanza de Bodhidharma o Da Mo:
Los movimientos de defensa se los atribuyen a este monje, quien en su viaje a china difundió su conocimiento. Si bien allí ya existían movimientos de lucha, no completaban en sí mismos un sistema que lograra superar el agotamiento físico y mental que les proporcionaban las intensas prácticas diarias a los monjes.
Observando esto, Bodhidharma aportó ejercicios traídos de
Aprendizajes de esto nos dejan los mitos y leyendas antiguas del mundo, sobre todo de China y La India. Un ejemplo es la historia de Genesha, el Dios de la sabiduría, quien estaba falto de amor.
En el hinduismo, Ganesha o Ganesh, es hijo del dios Shiva y la diosa Párvati. Dios de la sabiduría, de los caminos y de las letras. Sus dos esposas son Buddhi (inteligencia) y Manas (mente).
Cuenta la leyenda que el orgulloso Dios de los Tesoros, aquel en quien depositan sus bienes los otros Dioses, fue a invitar a Shiva a comer a sus espléndidos palacios; pero Shiva observando su arrogancia, se disculpó cortésmente, pero ofreció a su hijo la comida, que fue aceptada rápidamente, advirtió al orgulloso Dios que debía satisfacer plenamente el “buen comer” de Ganesha.
Ya en el suntuoso palacio Ghanesa fue agasajado con manjares, pero ni bien concluía su plato, solicitaba otro, y luego otro más, y en la medida que era servido, su hambre aumentaba. El mismo Ganesha, se incorporó y fue hasta la cocina a continuar comiendo, pues los sirvientes no daban a vasto. Su apetito crecía en la misma medida que comía y se volvía incontenible, acabó así con todos los comestibles, y comenzó a devorar el mismo palacio, nada cedía ante su apetito.
El orgulloso Dios huyó despavorido temiendo por su propia vida, y fue a verlo a Shiva, para implorar por sí. Shiva dijo: “yo nada puedo hacer, sólo Párvati puede”. Fue llamada, y traído Ganesha. Párvati preparó un poco de arroz, solo un poco, y con todo su amor se lo entregó a su hijo. Inmediatamente Ganesha calmó su apetito.
La leyenda muestra que el Amor es lo único que calma nuestro apetito.
Brindar amor sana la mente, cuerpo y espíritu. Con este pequeño principio, se forma la vida y se la recorre feliz.
Nota armada por el discipulo Juan Bianchini.